Huemules en Magallanes están amenazados por virus que les causa parálisis y muerte

Por Richard García, "Vida, Ciencia y Tecnología", El Mercurio

El microorganismo se suma a la ya conocida bacteria que les produce inflamaciones en la piel y que también puede ser fatal. El factor común entre ambas enfermedades es el contacto con el ganado doméstico en espacios naturales. 

Al menos dos enfermedades potencialmente mortales rondan al frágil huemul, el emblemático ciervo del escudo nacional, cuya población entre Chile y Argentina apenas supera los 2 mil individuos.

La primera, la linfoadenitis caseosa, fue conocida hace unos cuatro años en el Parque Nacional Cerro Castillo y se caracteriza por una bacteria, transmitida por las ovejas, que causa inflamaciones y debilita a los animales, lo que en ocasiones favorece la invasión de gérmenes que terminan por matarlos.

Ahora, un estudio internacional, publicado esta semana en la prestigiosa revista PLOS ONE, revela que entre 2005 y 2010 se produjo un brote infeccioso, en el Parque Nacional Bernardo O'Higgins, de una enfermedad que inutilizaba las patas del animal, lo que los dejaba postrados. Casi la mitad de los 24 animales infectados murieron, lo que la hace tremendamente relevante", dice la veterinaria argentina Marcela Uhart, quien es investigadora del One Health Institute de la Universidad de California Davis, quien lideró el estudio, en el que también participaron especialistas de la Wildlife Conservation Society (WCS), la U. de Chile y la Conaf.

"Lo que pasa con este enfermedad es horrible. Al animal se le forma una gran verruga en una, dos, tres, e incluso hasta en las cuatro patas. Eso les causa muchísimo dolor y terminan postrados. Finalmente, mueren de hambre, de sed o depredados por zorros o pumas", explica la especialista.

Difícil acceso

La investigación llevó mucho tiempo y esfuerzo, porque las muestras fueron pocas y de mala calidad. "Tuvimos que usar un conjunto de técnicas muy sofisticadas en EE.UU. para llegar a un resultado", dice Uhart. Este reveló que detrás de la enfermedad estaría un virus emparentado con el de la viruela y que se trasmite a partir del ganado doméstico.

El detalle es que la zona del parque Bernardo O'Higgins, que concentra las mayores poblaciones de huemules del país, es una zona de muy difícil acceso en el límite entre Aysén y Magallanes.

No obstante, cuando la Conaf instaló una estación biológica en el área a principios de este siglo descubrió que existía ganado doméstico, el que había sido llevado en forma ilegal al área.

Desde entonces se procedió a su retiro. "Sacamos unos 40 vacunos del parque", detalla Cristóbal Briceño, biólogo de la U. de Chile y coautor del estudio.

Sin embargo, el contacto con los huemules dejó secuelas. "No teníamos certeza de la causa de la enfermedad, pero sí vimos que tenía una alta morbilidad", recuerda.

"Nuestra preocupación mayor era que esto podía afectar la conservación de la especie". Coincide con Uhart en que el análisis no fue sencillo y que se dieron varias vueltas hasta llegar a un resultado convincente.

Tanto en la linfoadenitis como en este caso hay un factor común: el contacto con el ganado en espacios naturales, advierte el veterinario Cristián Saucedo, director de conservación de Tompkins Conservation. "Esto es una prueba más de la incompatibilidad de que el ganado mantenga zonas en común con el huemul", sostiene. "La alta morbilidad da cuenta de que el huemul efectivamente tiene pocos mecanismos de defensa, no ha evolucionado para responder a los agentes infecciosos del ganado".

En cuanto a la situación actual de la patología, Briceño es cauto: "Creemos que se puede haber estabilizado, pero no ha habido más seguimientos, porque es un lugar muy remoto", admite.

"Esporádicamente hemos observado animales con cojeras o con lesiones", reconoce la veterinaria Alejandra Silva, jefa de la sección de Conservación de la Diversidad Biológica de Conaf Magallanes, quien lidera los monitoreos anuales de huemules que se realizan en los parques nacionales O'Higgins y Torres del Paine.

Silva, quien es coautora del estudio internacional, aclara que actualmente no han visto animales muertos, pero que de todas maneras están buscando fondos y alianzas para seguir estudiando la especie. "Lo ideal sería hacer nuevas capturas, toma de muestras para estudios sanitarios y poder establecer un diagnóstico actual de la población".

El hecho de que no se hayan visto animales muertos no significa que no existan, advierte el biólogo de la U. Católica Carlos Riquelme. "Encontrar un animal muerto es muy difícil si no lleva un radio collar", dice.

Él estuvo en la zona del estudio en 2015 y 2016, y recuerda haber visto de uno a tres ejemplares con problemas en las pezuñas, pero como se desconocen los datos totales de población, es difícil interpretar si se trataba de un número relevante.

Sí reconoce que con el cambio climático la incidencia de este tipo de enfermedades podría ser mayor. Esto, porque los huemules están adaptados a un clima más frío y de altura, y un aumento de temperatura los obligaría a buscar nuevos territorios y serían más propensos a enfermedades.

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